Expedición Atlantis
Era un sábado a la noche, como tantos otros. Caminábamos por Av. Corrientes al encuentro del Obelisco, a casi un año del retorno de la democracia… Cuando de pronto apareció una imagen, insólita y sugerente, que quedaría grabada para siempre en mi memoria. Bajo las luces de los reflectores, como varada en el cemento de la ciudad, la famosa balsa Atlantis posaba orgullosa, después de haber surcado el Océano Atlántico, durante 52 días, de la mano de Alfredo Barragán.
Han pasado un poco más de 19 años de aquella gran aventura y Alfredo Barragán sigue siendo un ejemplo de determinación y fortaleza.
Tratar de resumir las expediciones del “Capitán”, como lo conocen los amigos, sería seguramente una invitación a olvidarse de alguna, pero si cabe mencionar que las mismas han incluido todos los elementos: Agua, Tierra y Aire. Travesías en barco, ascensos al las montañas mas altas del planeta y cruce de la cordillera de los Andes en globo.
Quizás la expedición Atlantis haya sido las más impactante. Una balsa de 9 troncos atados solo con fibras vegetales, sin un solo clavo, sin timón y solo impulsada por el viento y las corrientes marinas. Demostró que los pueblos de África pudieron haber llegado a América mucho antes de Colón. Y también demostró, con vehemencia, que como dice el título del video que relata la expedición: “Que el hombre sepa que el hombre puede”
Alfredo Barragán, tiene 54 años, es oriundo de Dolores, Pcia. de Buenos Aires. De profesión abogado, es buzo, timonel, patrón y piloto de yate y piloto de aviones deportivos.
Esquivó a la muerte en 1999, cuando junto a Horacio Giaccaglia y Jorge “el vasco” Iriberri, remando en kayak, demostraron que era posible que los antiguos nativos caribes hubieran unido las actuales Venezuela y Puerto Rico, cruzando el Arco de las Antillas. Durante esta aventura los sorprendió en medio del Mar Caribe, una tormenta que hubiera sido protagonista de Holywood. Gracias a Iriberri que remó durante toda la noche remolcando los kayaks de sus amigos, lograron completar el circuito propuesto en 61 días.
Ascendió al Kilimanjaro y al Aconcagua, pero por sobre todas las cosas defiende la amistad y la fuerza de voluntad. “Hay que perseverar. La perseverancia es más fuerte que el talento. No conozco ningún perseverante fracasado, talentosos fracasados, cientos”
Alfredo Barragán, con este pequeño recuerdo, quiero darte gracias en mi nombre y en el de todos los que te acompañamos en tus expediciones, a bordo de tus relatos…. Te seguimos en la próxima.
En 1984, durante 52 días de travesía, una balsa con una choza de bambú recorrió las aguas del Atlántico. A bordo, navegaba el coraje, el fervor romántico y la atracción por la aventura épica de cinco argentinos: Alfredo Barragán, abogado; Jorge Manuel lriberri, también abogado; Oscar Horacio Giaccaglia, comerciante; Félix Arrieta, camarógrafo de AIG; y Daniel Sánchez Magariños, recién recibido de ingeniero agrónomo. Todos ellos surcaron
La idea de la aventura comenzó cuando Alfredo Barragán, jefe de la empresa, leyó, siendo niño, Las aventuras de
Ya estaban a mediados de junio. Hacía más de 20 días que habían partido del puerto de Santa Cruz de Tenerife, islas Canarias, y el sol empezaba a hacer estragos en la piel de los navegantes de la balsa Atlantis. A pesar de que todos eran hombres de piel curtida, acostumbrada a resistir, el sol que caía a pico en la zona ecuatorial medio del Atlántico quemaba fuerte. Y para colmo la crema humectante, que con tanto recelo habían previsto llevar en esta expedición, la olvidaron en las Canarias. Los posibles reemplazos de la crema humectante a bordo de
¿Y quiénes eran los expedicionarios? Alfredo Barragán (35)abogado; Jorge Manuel lriberri, también abogado; Oscar Horacio Giaccaglia (39), comerciante; Félix Arrieta (41), camarógrafo de AIG, y Daniel Sánchez Magariños (31), recién recibido de ingeniero agrónomo. Ellos pensaron que era posible navegar
¿Y para qué hacer semejante viaje?, puede preguntarse uno. ¿Para qué viajar tanto y en esas condiciones tan precarias? Un resumen de los objetivos de este viaje puede ser el siguiente: un objetivo esencialmente deportivo; otro científico, porque el viaje de la balsa Atlantis podría demostrar la factibilidad de que los individuos de raza negra representados hace más de 3.500 años en las "Cabezas Colosales" -estatuas de basalto con rasgos africanos hechas por la tribu Olmeca en el golfo de México- hayan provenido de África a través del Atlántico; y un tercer objetivo cultural, ya que podrían realizar en este viaje una película de largometraje, un audiovisual con diapositivas y un libro sobre la expedición, todo con carácter documental.
Tres objetivos precisos pero atrás un gusto por encontrarse frente a la naturaleza, con todos los sinsabores y placeres que esto puede acarrear. Placer como el que les suministró a los 25 días de travesía una golondrina que se posó en la balsa. Sin temor alguno compartió con ellos el alimento durante cuatro días...En los primeros días de navegación -partieron el 22 de mayo- esta balsa de
Una vez los visitó el Flatson Star, un buque mercante alemán que se acercó a
En septiembre de 1983, Barragán y Arrieta viajaron a Guayaquil, Ecuador, en busca de los árboles de balsa "tipo hembra" y libres de corazón de agua que servirían para la construcción en un astillero de Mar del Plata, de la balsa Atlantis. Tuvieron que internarse en la selva ecuatoriana, acompañados por indígenas para dar con estos árboles, iguales a los que en épocas pasadas crecían en la selva africana. Trajeron 20 troncos de
Troncos, fibra vegetal y caña de bambú-elementos que hace más de 3.00 podrían haber utilizado los habitantes de África-, junto a alimentos deshidratados de agua mineral española, 2 garrafas de 45 kilos de gas cada una, raciones de supervivencia, destiladores de agua, una radio VHF, brújulas, sextantes y cartas marinas. Además toda la expedición quedaría grabada: Arrieta sería el camarógrafo, y los restantes, fotógrafos. Habría trabajo para todos pero también encontrarían momentos para divertirse...
Hubo dos momentos críticos en la travesía: dos tormentas que amenazaron de muerte a
Y a los 40 días aparecieron los primeros signos, las señales de que estaban cerca del continente: ramas y manchas de petróleo. Evitaron a la isla de Trinidad-Tobago, sin verla. Dos días antes de la llegada, una lancha de
(*) Fuente: Artículo de Adrián Van der Horst y Jorge Cavalca publicado en Revista Gente el 19 de julio de 1984.
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